Los Empleos del Futuro Presentes Hoy

Aprendiendo sobre la marcha y en esquema de acierto y error, los empleos del futuro que ya cuentan con presencia hoy, obedecen a una finalidad productiva aunque bien a bien no sepan del todo cómo manejarla y sacar el mejor provecho.

A los empleados del futuro (hoy en día empleados) les pagan por tuitear, subir fotos o contar los me gusta en Facebook y por eso los trabajadores “reales” no los toman en serio.

Sus extraños puestos aparecen cada vez más en los organigramas: community managers, gerentes de marketing digital, optimizadores de sitios de búsqueda, expertos en analítica web, desarrolladores de sitios y aplicaciones de smartphones.

Son los pioneros de los empleos del futuro, surgidas hace menos de cinco años con el boom de Internet y las redes sociales, pero con la desventaja de estar en México y carecer de una estructura analítica seria de cada una de las etapas de la oportunidad y el negocio.

“Edad: 28 a 35 años, excelente presentación, experiencia con marcas comerciales, desarrollo de estrategias para redes sociales, excelente ortografía y redacción, listado de marcas para las que has trabajado, links y periodos de tiempo”.

Con esta clase de anuncios las empresas buscan enganchar a los community managers, con el afán de ganar presencia en uno de los países más feisbukeros del mundo con 40 millones de perfiles y 4 millones en Twitter, según la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), pero con poca reacción y presencia real en los acontecimientos productivos.

Son tan novedosas estas actividades que no existen licenciaturas o maestrías en México donde prepararse, sólo cursitos o diplomados. Por eso estamos en pañales.

De ahí que ocupen las plazas numerosos jóvenes preparatorianos o recién egresados de las universidades, nativos digitales, para quienes lo normal es moverse en el mundo virtual. Las computadoras o los celulares son casi parte de su cuerpo y por qué no de su empleo. Sin embargo, escasamente preparados para lidiar con la realidad.

La moda de asignarles el apellido 2.0 surgió en 2004 cuando el experto en Internet Tim O’Reilly acuñó el concepto Web 2.0 para diferenciar sitios que permiten a los usuarios interactuar y colaborar entre sí de sitios web estáticos.

Cuatro o cinco años después comenzaron a surgir empleos con este perfil en México, los más afortunados tomaron cursos en Estados Unidos o España, y la mayoría aprendieron en el camino y lo mismo son comunicólogos que ingenieros en informática o mercadólogos. El Social Media Club México, un grupo de expertos en el área, hizo los trámites ante la SEP, pero la respuesta fue que no hay planes de estudio para sustentarlos y las universidades no quieren generar la carrera, porque consideran a las redes sociales como una moda, cosa de chavitos y no cuenta con perfiles definidos.

El proceso es aprender sobre la marcha. Ser becario y luego liderar a personas, realizar reportes especializados en medición de redes sociales y ganar el doble.

Un día normal implica tuitear y hacer informes sobre números de seguidores y de menciones de diversas cuentas, contar los me gusta (en Facebook), y medir el sentimiento de los internautas (o sea, sus opiniones positivas, negativas y neutrales).

Nadie puede ser un experto, todos los días surge una red social nueva, y Facebook o Twitter, las más conocidas, siempre están haciendo modificaciones.

Así como existe una carrera de Facebook en una universidad de Londres o de mercadotecnia digital en Estados Unidos, las instituciones mexicanas deberían crear las suyas para profesionalizar estas carreras emergentes. De hecho sugerimos algunas especialidades: community manager y estratega en redes sociales, quien define las métricas y diseña las pautas publicitarias en medios digitales.

No obstante, para este tipo de actividades no basta estar a la vanguardia tecnológica o inventar términos apantalladores; en realidad, quitados de su ámbito laboral, estos neo empleados adolecen del sustento analítico, metodológico y científico que supone manejar una vasta cantidad de seres humanos que en nuestro país reduce el potencial de la Red a la diversión y el chismorreo. Lo que vuelve impostergable la profesionalización, ya que clientes y público exponen intereses a mentes avezadas en tecnología, pero con una visión raquítica del proceso implícito en una marca o en una vida completa.

Por: Raúl Gómez Miguel

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